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“A las grandes empresas les diría que expliquen la verdad y sean auténticas”

19 Jul, 2021 | Dircom Catalunya

Entrevista a Quim Masferrer, actor, fundador de Teatre de Guerrilla y presentador de El Foraster (TV3)

La pandemia ha causado un fuerte impacto emocional y nos ha hecho dar cuenta de la importancia de sentirnos acompañados: de hablar y de escuchar. Dicen que cuando compartes las alegrías, estas se multiplican y que cuando compartes las miserias, se dividen. Lo sabe bien Quim Masferrer, autor del espectáculo Els dircom, bona gent, con el que damos la bienvenida al verano en el Welcome Summer. Al frente del programa El Foraster de TV3, Masferrer se ha dedicado a buscar historias de personas anónimas y a compartirlas con todo el mundo. Con él hablamos de la importancia del humor y de la autenticidad de las historias.

¿Los dircoms, los que nos dedicamos a comunicar desde las empresas y las instituciones, somos buena gente?

Debe de haber mucho cabrón, como en todas partes, pero me gusta mucho decir esta frase hecha, ancestral, de “sois buena gente” para reivindicar que la buena gente son mayoría. Siempre hacen más ruido los que no lo son, pero me gusta hacer apología de la buena gente, que es donde reside la esencia de mi espectáculo. De acuerdo que hay mucha corrupción, muchos asesinos y muchos xenófobos, ¡pero la buena gente son mayoría! Yo diría que en el caso de los dircoms también hay una mayoría de buena gente.

¿Crees que las empresas podrían comunicar con sentido del humor y empatía, que son dos de tus sellos característicos?

Casi diría que es necesario, porque comunicar quiere decir ‘hacer llegar’ y una cosa que os puedo asegurar es que con humor las cosas entran mucho mejor. ¡Entran con vaselina! Por eso, los humoristas también podemos criticar mucho, ¡porque a través del humor se pueden decir cosas muy bestias y puedes poner el dedo a la llaga! Si quieres te digo unos cuántos ejemplos de referentes míos… Por ejemplo, el gran Pepe Rubianes, en paz descanse, ¡que era uno tío que entre risa y risa te las soltaba de la altura de un campanario!

Y las organizaciones y grandes empresas, ¿tienen bastante sentido del humor y empatía para explicar las cosas al público o, incluso, a sus trabajadores?

Yo diría que quien no tiene sentido del humor tiene que intentar buscarlo rápidamente. En esta vida si hay una cosa que nos mueve es el amor y el humor. Nos mueve la sangre, la familia, poder reír y, por lo tanto, evadirnos, y el amor, que es capaz de mover montañas. Me gusta valorar la inteligencia de una persona, no con coeficientes intelectuales, sino con la capacidad de reírse de sí misma. Yo no lo consigo siempre, pero me gusta mucho intentarlo. Si lo extrapolamos a las empresas y hacemos que tengan esta capacidad y hagan las cosas con humor, iremos mucho mejor. Y para quien no tenga sentido del humor, yo creo que esto tiene remedio y se puede trabajar.

Todas las organizaciones quieren explicar su historia. Tú te has convertido en un gran explicador de historias. ¿Te parecen creíbles las empresas cuando explican las suyas? ¿Té las crees?

Me he convertido, si un caso, en una persona a quien le explican grandes historias. Pienso que todo el mundo tiene y que estas historias interesan al resto. ¡Lo demuestran las audiencias brutales que consigue El Foraster! Yo creo que hay un adjetivo que acompaña todas las buenas historias: la autenticidad con que se explican. Nos interesa la historia de un chico que es campesino, porque puede ser auténtico, o la historia de una señora que hace cincuenta años que está detrás de un mostrador, porque te lo explica de manera auténtica y no hace ver nada. A las grandes empresas quizás hay que decirles que no nos hagan ver nada, sino que nos expliquen la verdad y sean auténticas, porque, si no, tarde o temprano, acabas viendo que te quieren hacer creer una cosa que no es.

«Comunicar quiere decir ‘hacer llegar’ y con humor las cosas entran mucho mejor»

Los valores y la política entran cada vez más en el ADN de las empresas. ¿Te interesan las marcas que se mojan?

Cuando alguien no se moja, pienso “¡qué puñeta!”, porque las luchas de cada cual son lo que nos hace sentir vivos y es lo que nos hace diferentes. Desdramaticémoslo y no nos dejemos abducir por los miedos, porque callar tiene repercusiones a la larga, porque dejas de ser tú. Una empresa es un ser vivo, una suma de seres vivos, y tiene principios y valores. Dejar de divulgarlos yo creo que es perjudicial a la larga para la misma empresa.

¿Lo que nos ha pasado este último año y medio crees que cambiará la manera de relacionarnos entre las personas y entre las personas y organizaciones?

Me gustaría que pudiéramos aprender. A veces pensamos que somos los amos del mundo y no es verdad: el amo del mundo es el mundo. Dicen que no tendríamos que hacer títulos de currículums, sino de fracasos, y probablemente es verdad, porque es donde aprendes. Yo, de espectáculos fallidos, he aprendido mucho. Para mí, el confinamiento total tuvo un montón de cosas interesantísimas: estuve como nunca había estado con mi hija, comiendo, cenando, jugando, 24 horas con ella. Estábamos confinados en Arbúcies y la complicidad de las miradas con los vecinos y aquella ayuda fue brutal. No sé si la pandemia ha cambiado cosas, pero sí que ha removido. ¿Y ahora no seremos capaces de mantener aquel espíritu?

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