El fallecimiento del Papa Francisco es un acontecimiento que inunda las cabeceras de los medios de comunicación de todo el mundo y que tiene consecuencias políticas, sociales y culturales. Pero ¿cómo aborda el Vaticano esta noticia desde el punto de vista comunicativo? En Actualidad Dircom, hablamos con Alberto Chinchilla, cofundador y CEO de be shared y consultor de comunicación que trabajó para el Vaticano gestionando campañas para Benedicto XVI y Francisco.
¿Cómo fue tu experiencia de trabajo con el Papa Francisco?
En los más de cinco años que estuve en Roma, tuve el privilegio de trabajar primero con el Papa Benedicto XVI y fue una etapa interesante a nivel comunicativo, marcada también por su renuncia y por la celebración para elegir al nuevo Papa. Era la primera vez que la Iglesia Católica comunicaba a través de las redes sociales un evento histórico como es el Cónclave. Nadie se podía imaginar que el nuevo sucesor de Pedro sería un gran comunicador, conocedor a la perfección de los códigos que se dan en cada uno de los canales.
Muchas veces, comentábamos que el Papa Francisco comunicaba a una velocidad mucho mayor de lo que lo hace la Iglesia Católica. Él siempre fue un paso por delante, marcando y allanando el camino, e invitándonos a “salir a las calles, ir a las periferias y hacer lío”. Su espontaneidad le permitió proyectar esa autenticidad que siempre le acompañaba y que humanizaba tanto su figura en cada gesto que muchos vimos en él al nuevo Juan Pablo II. En cada acción nos enseñaba el valor del humanismo cristiano.
Recuerdo con especial cariño la campaña #PauseforPeace (Pausa por la Paz), que lanzamos en julio de 2014 con motivo de la final del mundial de fútbol de Brasil y la guerra que se estaba lidiando al mismo tiempo en Medio Oriente. A través de aquella campaña, queríamos aprovechar que la final la disputaban Argentina y Alemania o, como decíamos en nuestros corrillos vaticanos: “los de Francisco contra los de Benedicto” para que el mundo pusiese los ojos en aquel lugar donde estaban asesinando a cristianos inocentes, y que las personas no solo se fijasen en el fútbol. En el Ángelus del domingo de la final, el Papa Francisco recordó la campaña y animó a todos los asistentes en la plaza de San Pedro a rezar un minuto de silencio por la paz. Esta fue la campaña que más alcance tuvo en castellano en las redes sociales en el año 2014.
¿Qué cualidades tenía como comunicador?
El cardenal Jorge Mario Bergoglio llegó al Cónclave sin hacer ruido, más bien apartado de todos los focos y quinielas, y sin embargo supo lidiar con las cámaras desde su nombramiento. Era una persona cercana a la que le gustaba romper el protocolo e improvisar, siendo consciente de que aquello generaba una mayor atención por parte del público. Solía contar anécdotas en sus discursos porque entendía que esas historias permanecerían en la mente de las personas.
Era humilde y llano como cuando era párroco. Mostraba su lado más humano, tierno y sonriente cuando estaba con los niños y los mayores, pero también era serio y meticuloso cuando desarrollaba su labor evangélica. Era un líder que se preocupaba por cada uno de los suyos, que tenía interés por lo desconocido, que no le temblaba el pulso a la hora de enfrentarse a los temas más controvertidos, y que tomó el mando de la Iglesia en un momento delicado para demostrar que esta Institución milenaria estaba abierta a todo aquel que quisiera acercase a ella. Era un Papa transparente y sin tapujos, algo que le hacía ganarse la confianza de los que le seguían y de aquellos en los que generaba curiosidad.
Era el espejo en el que se fijaban cada día no solo los cristianos sino personas de todo el mundo que veían en él una persona firme, sencilla y honesta. Y no dejaba a nadie indiferente. Su lenguaje era coloquial porque era la lengua que hablaba el pueblo. De esta forma, tanto un niño como un anciano podían entender sus palabras. No buscaba alimentar su ego, porque su mayor ego era ser hijo de Dios. Gracias a su carácter y a su capacidad comunicativa atrajo a personas que estaban muy alejadas de la Iglesia, y que la veían como un órgano de poder.
Destacaría de él su sencillez y austeridad, su expresividad en los gestos, su solidaridad y cercanía, su carisma y simpatía y, por supuesto, su trato humano.
¿Cómo trabaja el Vaticano la comunicación ante la elección del nuevo Papa?
La comunicación del Vaticano durante la elección de un nuevo Papa está cuidadosamente orquestada y se estructura en tres fases clave:
Antes del Cónclave, la comunicación es solemne y muy pautada. Se declara la Sede Vacante (la Iglesia Católica no cuenta con ningún Papa) y se nombra al camarlengo, quien además de certificar la muerte del Papa convoca a los cardenales a Roma para celebrar el nuevo Cónclave. Todo está orientado al respeto institucional y a la preparación espiritual y logística de esta asamblea.
Durante la celebración del Cónclave predomina el hermetismo absoluto. Los cardenales electores, todos ellos menores de 80 años, quedan incomunicados y lo único que se transmite al mundo desde la Capilla Sixtina, en el interior de los Museos Vaticanos, es el humo negro (fumata negra) si no hay elección, o blanco (fumata blanca) cuando los cardenales eligen al nuevo Papa. Es un gesto de comunicación simbólica muy potente, porque la noticia se hace oficial todavía hoy a través del humo que sale por una chimenea que hay en la parte de atrás de la Capilla Sixtina.
Y, por último, después del Cónclave, se activa una estrategia comunicativa precisa. El nuevo Papa sale al balcón de la Plaza de San Pedro, tras el popular “Habemus Papam” para compartir sus primeras palabras como líder de la Iglesia Católica. A partir de ahí, se trabaja la nueva narrativa del Papa definiendo el relato biográfico, actualizando los canales oficiales, incluyendo las redes sociales, y se preparan los mensajes clave para consolidar su figura ante el mundo.
Como experto en comunicación, ¿qué aspectos esenciales debería tener en cuenta el Vaticano en un momento como el actual?
Considero que ante un momento tan significativo como la muerte del Papa Francisco y la inminente celebración de un Cónclave para elegir a su sucesor, el Vaticano debe abordar la comunicación con una estrategia profundamente cuidada, que combine solemnidad, transparencia y empatía.
En primer lugar, es fundamental mantener una transparencia institucional, informando con claridad y serenidad sobre cada paso del proceso, pero siempre dentro del marco de respeto a los tiempos litúrgicos y canónicos. La solemnidad del momento no debe excluir la claridad comunicativa.
En segundo lugar, la gestión simbólica del duelo es importante que esté presente. La muerte de un Papa es, además de un hecho histórico por lo que representa, un acontecimiento espiritual y humano que despierta emociones en millones de fieles. Por eso, el tono debe ser empático, sobrio y profundamente humano, transmitiendo consuelo y unidad de la Iglesia Católica en el mundo.
Otro aspecto esencial es la coherencia narrativa y la unidad del mensaje. Todos los portavoces oficiales deben estar alineados en torno a un mismo relato: el agradecimiento por el legado del Papa Francisco, la continuidad de la misión de la Iglesia y la confianza en el discernimiento del Colegio Cardenalicio para elegir al nuevo Papa.
Durante el Cónclave, el Vaticano debe aplicar un silencio sepulcral. El hermetismo en este momento no es un obstáculo, sino una herramienta de comunicación en sí misma. El simbolismo del humo negro o blanco sigue siendo uno de los gestos comunicativos más potentes todavía hoy en día.
El Papa Francisco ha protagonizado dos acciones de comunicación inéditas en la historia del Vaticano. Una de ellas fue la entrevista cara a cara con el periodista Jordi Évole y otra el coloquio que mantuvo con un grupo de jóvenes europeos sobre temas como el aborto, los abusos y el sexo. Como experto en comunicación, ¿qué opinión te merecen estas acciones?
Considero que la Iglesia Católica debe abrir sus puertas a todas las personas sin distinciones y, sobre todo, escuchar las diferentes posturas que existen hoy en día. Desde el respeto se genera el diálogo, y eso es lo que hizo el Papa Francisco en estas entrevistas. Francisco siempre accedió a participar de estas propuestas porque sabía lo importante que era que el líder de la Iglesia Católica hablase con jóvenes creyentes y no creyentes acerca del aborto, los abusos y el sexo. Este Papa no estaba lejos de la realidad, al revés, quería conocer qué era lo que preocupaba a los jóvenes y también quería estar cerca de los más desfavorecidos. Era consciente también de que algunas de las preguntas de Jordi Évole no serían un ramillete de flores, pero Francisco estaba preparado para esto y para mucho más, porque no se amedrentaba ante los medios. Él era el primero en aprovechar estas plataformas para que su mensaje llegase a aquellos que nunca antes habían mostrado interés por el Evangelio o la Iglesia.
Me gustaría recordar estas palabras del Papa Francisco que son una referencia para todos aquellos que nos dedicamos a la comunicación en estos tiempos: “Ojalá que nuestra comunicación sea aceite perfumado para el dolor y vino bueno para la alegría. Que nuestra luminosidad no provenga de trucos o efectos especiales, sino de acercarnos, con amor y con ternura, a quien encontramos herido en el camino. El interés y la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación son importantes para dialogar con el hombre de hoy. Debemos comunicar desde el corazón”.
Como comunicadores debemos agradecer al Papa Francisco por iluminarnos en el camino y enseñarnos que nosotros también podemos crear un mundo mejor a través de la comunicación humana, acercando los mensajes de bien a un número mayor de personas a través de los diferentes canales, desde el respeto, la humildad y la tenacidad.