Entre tanta incertidumbre, tantas guerras y desigualdades, tantos sueños truncados, hay un espacio donde nada es imposible y donde la imaginación vuela -no es la única cosa que vuela- y, aunque sea solo durante dos horas, los ojos nos vuelven a brillar y nos descubrimos con la boca abierta como si de un retorno a la infancia se tratara. Este espacio no es otro que el Teatro Victoria de Barcelona, donde la ilusión de la magia de Antonio Díaz, El Mago Pop, inunda la inmensa sala donde cada noche casi dos mil personas creen que realmente todo es posible y que no hay nada, nada, que no seamos capaces de llevar a cabo si nos lo proponemos. “Nos habéis hecho felices”, era el precioso resumen de una socia al acabar la función.
Y es que por si no hubiera sido suficiente disfrutar del espectáculo Nada es imposible Broadway Edition, los cien socios y socias de Dircom Catalunya reunidos en el teatro tuvieron la oportunidad de escuchar bien de cerca la historia personal y profesional de Antonio Díaz, que ha pasado de pretender hacer teatro en Barcelona con escasos veinte euros en la cuenta corriente a comprar una sala como el Victoria y convertirse en uno de los principales ilusionistas del mundo. Es decir, ha cumplido su sueño, de Badia del Vallès al mundo. Y lo ha hecho con una única receta desvelada ayer en exclusiva a los asociados de Dircom Catalunya en una conversación en el mismo teatro justo un cuarto de hora después de hacerles volar la imaginación: “porque tenía un plan”, “un plan que no hace falta que sea demasiado ambicioso, pero hay que tener un plan”. Comunicación en estado puro que unió durante un rato a mayores y pequeños entorno a un único concepto: ilusión, sueño.
